Solo unos cuantos artículos se fijaban en lo que había pretendido la reina del pop con su presencia en el certamen celebrado en Tel Aviv, que era lanzar un mensaje de paz. Incluía algunos dardos a Israel, mediante versos como “se creen que no somos conscientes de sus crímenes”, o con una de sus bailarinas con la bandera palestina en la espalda.
Las críticas no se quedaron en que desafinara o en que la actuación fuese aburrida al priorizar lo político sobre lo festivo. Madonna fue despedazada, con referencias continuas a su edad (60), a su cara, a su aspecto, o pidiendo que se jubile con insultos cargados de crueldad.
Ella publicó una foto en Instagram enseguida, con el texto “Madame X no escucha vuestras maldades”, y aunque no ha dado explicaciones sobre lo sucedido en la gala, está decidida a responder a la pregunta que todos se hicieron esa noche: si está o no acabada.
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